Septiembre 2009 / NÚMERO 31

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El alma de Chile debe tener capacidad de perdón

Entrevista al Presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Alejandro Goic, acerca de las iniciativas de la Iglesia para el Bicentenario.

 

¿Cómo aprecia las iniciativas que la Iglesia está planteando para el Bicentenario?

La Iglesia está haciendo un llamado muy reiterado en todos los sectores de construir un consenso que yo llamé básico, ético, en el sentido de que el Chile que comienza a vivir su tercer siglo sea un país más equitativo, con mayor calidad de educación, mejor salud, mejor calidad de las viviendas, especialmente para los más pobres. Y creo que esos son los grandes temas en los cuales podemos lograr a nivel de toda la comunidad nacional un acuerdo fundamental para realmente mejorar todos estos temas.

 

Ahora, dentro de la acción pastoral de la Iglesia, en el contexto del Bicentenario, vamos realizar el Evangelio de Chile, que es escribir el Nuevo Testamento por parte de unas 8 mil personas. Esperamos que el Papa escriba un versículo. Es un poco para recordar el alma cristiana de Chile y que, justamente, por tener un alma cristiana estos problemas sociales deberían encontrar eco en el corazón mayoritario de un país creyente, católico, evangélico, ortodoxo, pero también en las personas que, sin tener el don de la fe, comparten la preocupación por mejorar la calidad de vida de la gente, la calidad de la educación, de la salud, de una mayor justicia social. Creemos que el Evangelio de Chile, esté escrito que el Señor nos dejó como mandato de amor a Dios por sobre todas las cosas y de amar al prójimo como a nosotros mismos, debería ser una fuerza inspiradora para lograr ese país más justo, más solidario, más equitativo, más fraterno que queremos.

 

¿El escribir este Evangelio de Chile puede motivar una buena predisposición al perdón, frente a la  propuesta de un indulto?

Sin duda, el alma de Chile, que es en su gran mayoría un alma creyente, debe tener la misericordia y el perdón como valores esenciales. Conversaba hace poco con una persona que me decía ‘no entiendo cómo usted pide indulto para criminales’. Yo le dije que no hemos identificado tal o cual persona, pero sí creemos que al país le hace bien tener una actitud de amor, de misericordia y de perdón, porque muchas veces algunos de los delincuentes han delinquido por necesidad o porque no tienen una formación adecuada. Jesucristo nos enseñó que tenemos que amar. Él en la cruz clamaba al Padre pidiendo perdón por aquellos que lo estaban crucificando. En el alma de Chile tiene que estar la capacidad de perdón. Cuando conversamos con la señora Presidenta y le entregamos un fundamento ético del indulto, ella lo acogió con mucho cariño y manifestó la mejor disposición. Lo que nos falta ahora es presentar de una manera más concreta algunos puntos, como las personas ancianas que están presas, los enfermos desahuciados, para que puedan morir con dignidad junto a sus seres queridos. Son cosas así, no vamos a pedir imposibles. Pero el tema del indulto, de la misericordia es algo tan tradicional en la historia bíblica y en la historia de nuestro país, también. En el año 2000, con ocasión del Jubileo, hubo un gran perdón a muchos internos en las cárceles y creemos que un pueblo que se abre a esa actitud de misericordia también es un pueblo que crece en humanidad.

 

Además del hecho mismo de contar con una vivienda mínimamente digna, ¿qué puede significar para el país el que se pueda terminar con los campamentos para el Bicentenario?

Sin duda que “Un Techo para Chile” ha hecho una obra extraordinaria. Ojalá  pudiéramos  decir que el 2010 se han terminado los campamentos. No sé si va a ser así. Ojalá que sí, pero creo que lo que “Un Techo para Chile” pone en evidencia es el drama de muchos compatriotas que viven una situación tremendamente compleja. He recibido también a gente de los deudores habitacionales. Es cierto que han hecho algunas acciones mediáticas que no han gustado a la opinión pública ni al gobierno, pero detrás hay unos dramas humanos inmensos. Hay gente muy humilde que todos los  ahorros que tenía los invirtió en una vivienda muy precaria y con todos los intereses realmente leoninos no pueden pagar y corren el riesgo de que les rematen sus casas. Creo que esa es otra deuda social pendiente de la sociedad chilena. Tengo la esperanza de que se abran canales de diálogo para resolver el problema de los campamentos y el problema de tanta gente que adquirió su casa, algunos de ellos que la han pagado por muchos años y que todavía les quedan muchos por pagar, y al final pagan cuatro o cinco veces el valor de la casa. Eso, en un país solidario, en un  país de hermanos, no debería ser.