Noviembre 2009 / NÚMERO 33

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Hermana Carolina Acuña, Hija de Nuestra Señora de la Misericordia
Corazón valiente

¿Cuántos años tienes?

Tengo 29 años

¿A qué te dedicas hoy?

Después de 9 años dentro de la congregación (4 años de formación inicial), ya con 5 años con votos, estoy en mi tercer año de Psicología. Es una carrera fascinante por cierto, y que me ha otorgado muchas herramientas para poder ser instrumento en la misión que en estos momentos tengo, que es trabajar con jóvenes y adolescentes, principalmente, en el Instituto Comercial Blas Cañas. Allí mi comunidad desarrolla su labor, a través de pastoral y acompañamientos personales, que es lo que más me gusta. Además hago pastoral a los auxiliares, administrativos y paradocentes del establecimiento. También trabajo en el equipo de la Pastoral Vocacional de mi congregación, donde acompaño procesos de jóvenes que presentan inquietudes vocacionales, las acompaño en su crecimiento personal y de fe y en el discernimiento. En la Vicaría de la Esperanza Joven, específicamente en la Pastoral Vocacional, también ayudo en lo que se me pida mientras pueda. Y esencialmente me dedico a ser feliz en la vida religiosa.

¿Cuándo sentiste por primera vez el llamado del Señor?

Siempre fui muy apegada a la Iglesia. De hecho creo que nunca faltaba a Misa, fui catequista, del coro, trabajé con jóvenes. Mi familia es muy católica, me acuerdo que iba a Misa el sábado en la tarde y así me iba a las fiestas tranquila o salía con mis amigos tranquilamente porque ya había ido a Misa, sabía que lo podía pasar bien, pero siempre estaba Él presente en todo y para todo. Siento que ha medida que pasa el tiempo y uno madura en su vocación se da cuenta que antes de que uno tome conciencia plena de que Dios te está llamando, que para mí fue a los 19 años, el Señor te va dando “soplidos de llamado”, “susurros”. Te comienza hablar al oído, luego empieza hablar más fuerte, y mientras uno va creciendo va agudizando el oído. Lo que quiero decir con esto es que siento que Dios me llamó desde siempre, me pensó para Él, me crió para Él, me cuidó para Él, y eso es un privilegio, un regalo, un don gratuito. Pero bueno, específicamente y concientemente fue a los 19 años, cuando estaba haciendo la práctica de Contabilidad, ya que salí desde un Liceo Comercial. En ese tiempo todos los días me iba a una Iglesia a rezar en la hora de colación, porque un amigo estaba muy enfermo, y siento que el Señor se valió de eso para ir hablándome más clarito acerca de lo que sentía, acerca de lo que me estaba pidiendo. Fue una época maravillosa.

¿Cómo se fue desarrollando tu discernimiento?

Cuando empecé a sentir más fuerte el llamado, busqué ayuda de inmediato en un amigo seminarista, y me dijo que hablara con mi párroco al cual yo le tenía mucha confianza, y él me empezó acompañar en el discernimiento. Comencé a ir a encuentros vocacionales con unas monjitas, no de mi congregación actual, y me fascinaba el estilo de vida, todo, estaba feliz. A mi familia siempre la hice partícipe de mi discernimiento, además que ellos también se iban dando cuenta y me acompañaron, aunque igual no fue fácil salir de casa, pero me apoyaron en todo.

¿Pensabas estudiar alguna carrera en especial?

Después de Contabilidad, la verdad es que en el fondo de mi corazón quise estudiar psicología, pero nunca me creí el cuento, entonces decidí estudiar Educación de Párvulos, aunque yo quería entrar ya. Mi deseo de consagrarme era muy fuerte, pero mi padre espiritual me aconsejó que estudiara y siguiera con mi discernimiento. Además así conocería también otras congregaciones, y así conocí la Misericordia, mi carisma actual. Estudié un año Educación de Párvulos, les dije a mis padres que no sabría si terminaba los estudios porque tenía intenciones de ser religiosa y me apoyaron. Duré un solo año, no pude más. Lo terminé con muy buenas notas, me iba súper bien, pero mi camino era otro.

¿Tuviste la experiencia de trabajar antes de ingresar al noviciado?

Si, hice la práctica y antes trabajé de promotora, un mes no más, pero trabajar fue una buena experiencia.

¿Pololeaste? ¿qué reflexionabas al respecto?

Sí, pololeé, como tres o cuatro veces. Sabes que a mí me hizo crecer harto, fueron experiencias muy lindas y buenas, creo que me hicieron crecer como persona. Siento que es una vivencia que te ayuda a darte cuenta si eres capaz de estar con otro, de darte, de ser generosa, de salir de ti misma para conectarte con otro. El amor a Dios, la entrega total a Él, se da conjuntamente con la entrega generosa a los hermanos, las relaciones interpersonales sanas y mi relación con Dios, son experiencias inseparables, la intimidad y convivencia con otros y otras me ayudan a conocerme y a conocer a Dios. Son las experiencias con las personas las que me hablan de Dios. Me parece que es una muy buena idea el invento del pololeo (jajaja), o sea, en general las relaciones interpersonales te acercan a Dios, te definen, te muestran lo “bueno y lo malo” de ti.  

¿Tenías algún temor respecto a la vida religiosa?

El temor es parte de cualquier vocación. Jeremías tuvo miedo, Samuel, hasta la Virgen sintió temor, porque es algo distinto. Te enfrentas a algo que sientes, no es algo que ves, que no conoces mucho, pero cuando Dios llama también da la fortaleza. Siento que a mí me la dio con creces y en el momento justo, porque de lo contrario el miedo me hubiese dejado en casa, con mi familia. La verdad es que no me cuestioné muchas cosas, lo que siempre me preguntaba era si iba a poder estar lejos de mi casa, y si me iba a equivocar o no. Más que de la vida religiosa en sí, yo sabia que me iba a consagrar y que iba ayudar a la gente, eso me importaba nada más. MI papá me acuerdo que me preguntó todo, de qué iba a vivir, qué tenía que hacer, con quién iba a vivir, como iba a vivir, etc. Cuando él iba preguntando recién me cuestionaba algo, pero nunca nada más allá.

¿Por qué triunfó el llamado del Señor? ¿Qué fue más fuerte en ti?

Yo creo que triunfó porque llama Él. No es que yo haya hecho algo para que triunfe, ¿me entiendes? Cuando llama de verdad, cuando desea que vivas realmente para Él, te da todo lo necesario: fortaleza para tomar la decisión, sabiduría para discernir, pone gente a tu lado para que te acompañe en el camino. Triunfó porque Él quería, porque era su voluntad, nada más. Lo que fue más fuerte en mí, era entregarme, consagrarme a Él y una convicción fuerte de que eso era lo mío, pero insisto no por mis meritos, sino pura Gracia de Dios.

¿Cuál es el carisma de tu congregación?

El Carisma, lo dice nuestro nombre: Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia. Es mostrar el rostro del Padre Misericordioso a los hombres, a través de los ministerios de Misericordia, de las Obras de Misericordia: corporales y espirituales. Es muy actual nuestro carisma, en estos tiempos lo que la gente más necesita es ver el Rostro Misericordioso de Dios. Acá en Chile, lo principal que tenemos como obras propias son 4 colegios: dos en Valparaíso y dos en Santiago. Pero también tenemos pastoral de la salud, hogares de niños y de ancianos, misiones de verano y misión ad-gentes.