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Edición NÚMERO 61
Marzo 2012

De Licenciado en Derecho al seminario

Matías Adolfo de la Lastra Jara, Licenciado en Derecho, decidió no jurar ante la Corte Suprema para convertirse en un flamante abogado y ahora entra al Seminario Mayor de Santiago. Le esperan otros 8 o 9 años de estudio. En esta entrevista cuenta la experiencia de su vocación.

¿Cómo está conformada tu familia?
Están mis papás, Manuel y Virginia, casados hace más de 30 años. Tengo tres hermanos, dos mujeres y un hombre,  los tres están casados y yo soy el menor.

Estudié Derecho en la Universidad Católica. Sólo me faltó jurar en la Corte Suprema, pero no lo voy a hacer.

¿Cómo empezaste a darte cuenta de este llamado al sacerdocio?
Hace unos tres años y medio estaba leyendo un libro, “Un disparo a la eternidad”, y prédicas del padre Hurtado, y comprendí que la vocación al sacerdocio es Jesús el que llama y que uno puede responder generosamente o no, pero que no es un pecado no seguir ese llamado, como yo creía. Y tampoco era pecado  estudiar Derecho, querer casarse, tener una familia. Todo lo contrario. Eso me desarmó. Con el tiempo empecé de nuevo con mi director espiritual a valorar esto que yo veía como una llamada, hasta que llegó un momento en que verdaderamente sentí que Jesús me estaba llamando a ser sacerdote, y la pregunta fue cómo quiero responderle, y yo dije que quiero seguir a Dios.

¿Cómo fue el momento en que tú decidiste seguir esta vocación y dejar la polola, la vida matrimonial y familiar?
Yo dije que si Jesús me está llamando, yo quiero hacer si voluntad y así se lo dije a mi polola en ese tiempo. Ella me respondió que si Dios me está llamando ella no se quería interponer.

¿De dónde piensas sacar fuerza, voluntad para mantener el celibato exigido a los sacerdotes y renunciar a las aspiraciones naturales de un ser humano?
Al final, hay que apoyarse en la gracia de Cristo, porque por los propios medios de uno se puede alcanzar una cierta regularidad externa, pero el celibato no es sólo abstenerse de relaciones sexuales, también el celibato significa entregarse por completo con un corazón indiviso a Jesucristo y para ello uno acude a su gracia.

Tú, concretamente ¿para qué quieres ser sacerdote?
Yo creo que Jesús me llama a evangelizar a los pueblos, porque hoy día estamos viviendo un mundo muy descristianizado. Es más, estamos viviendo en un mundo anticristiano. Y también hacer un apostolado con los sacramentos, principalmente la Eucaristía y la Penitencia.

¿Cómo se fue moldeando tu vocación y qué apoyos recibiste?
Mi familia es católica. Tengo un tío abuelo que es obispo (monseñor Alberto Jara). También mi colegio, San Francisco de Asís, fue un apoyo muy importante, porque recibí una formación muy sólida, fundada principalmente en el Catecismo de la Iglesia Católica, y especialmente después en la acción pastoral en mi parroquia, Santa Rosa de Lo Barnechea, porque ahí fui conociendo qué significa ser sacerdote.

¿Qué crees tú que este mundo secularizado necesita hoy de parte de los cristianos?
El testimonio, el ejemplo. Muchas veces nos pasa a los católicos que algunos viven nuestra fe con una formalidad muy externa, sin una vida interior sólida, sin oración. Y en otros casos derechamente no se vive la fe, se es católico para el censo, pero no se hace lo mínimo, ir a misa los domingos. Se necesita que el católico dé testimonio de lo que significa ser católico.