Febrero 2009 / NÚMERO 24

volver

Padre José Costa, párroco Santa Cruz
La Providencia le llevó a san Expedito

El Padre José Costa es catalán y vive hace 50 años en Chile. Recuerda cómo llegó san Expedito a la parroquia: “Teníamos que construir el nuevo templo y no teníamos nada para hacerlo, solamente el deseo, pero las cosas se hacen cuando no se tiene nada. Entonces a una señora se le ocurrió que san Expedito podía ser el instrumento divino por el cual nosotros pudiéramos construir el templo y pusimos una imagen que trajimos de Brasil y comenzamos con una misa los 19 de cada mes y ahora vamos en seis misas y me piden una más. Esto sucedió el año 2004”. Añade: “Una señora que iba allá a Reñaca me dijo “por qué no pone a San Expedito acá para no tener que ir a Reñaca”. No estaba en mi mente ponerlo, pero llegó con la Providencia porque esta señora nos abrió las puertas para que tomáramos esta decisión. Nos ha ido requete bien, San Expedito ha sido maravilloso porque hemos construido el templo, una capilla chica, el velatorio, los baños. Antes no había nada de eso. Todo se ha construido en base a los aportes que la gente  devota de San Expedito nos da”.

¿A qué atribuye la adhesión tan masiva hacia San Expedito?

Es fe y religiosidad popular. En Chile hay una religiosidad popular muy profunda, entonces como esta religiosidad apunta a los santos o a la Virgen y conociendo la gente que este santo hacía muchos favores, entonces se puso sabiendo que aquí con facilidad podían venir. Por lo que he escuchado, de testimonios, el santo ha respondido a mucha gente, a peticiones de trabajo, de salud, de conversión y eso es muy interesante. Bueno, la gente promete y cumple, desde los más pobres a los medianamente ricos. Entonces cada uno según sus posibilidades ayuda y sabe por qué lo hace. Siempre ha visto que se ha construido lo propuesto. Siempre hemos notificado lo que pretendemos y ellos ven que se ha cumplido. Entonces la gente, cuando ve que se cumple, da. Si no ven nada, no dan y aquí han visto que siempre han cumplido.

¿Cómo evangeliza la realidad de las mandas?

La gente que viene es porque tiene una promesa hecha: rezar rosarios o dar dinero porque, como me dicen, es un sacrificio. Si doy de lo que me cuesta es un sacrificio. Pero siempre nuestra misión en esto es evangelizar. En las misas apenas hablamos del santo. Sólo hablamos del Evangelio que corresponda con la intención de evangelizar esta religiosidad popular de la gente. Hemos logrado muchísimo, porque hay muchas confesiones que implican conversión de gente que hacía muchos años que no se confesaba. La gente da testimonio que se había apartado de la Iglesia y que gracias a San Expedito ha vuelto o que le ha dado trabajo o que se ha sanado de alguna enfermedad. Lo más normal es que sean gratitudes de cosas humanas y materiales: salud, trabajo.

Hemos enseñado que no se trata de una compra y venta de favores, sino que es un dar para que, si el Señor estima conveniente, recibir. Tratamos que no sean mandas, sino promesas.

¿Ha impactado la pastoral de la parroquia?

La feligresía dominical se ha incrementado, como la pastoral sacramental. A los bautizos vienen personas de varias partes. Yo trato que vayan a sus parroquias, pero me dicen: “Conocemos esto, lo conocemos a usted y nos gustaría que nos bautizara la guagua acá”. No les voy a negar eso.

¿Es una moda?

Tuve mis dudas cuando vi que habíamos terminado todas las construcciones que teníamos que hacer. Ahí creí que el número de gente iba a disminuir, pero ha sido al revés, me han pedido una misa más. Haga frío o calor las seis misas se ofician siempre. La gente en verano viene igual, es poca la diferencia.

Por favor, cuénteme un testimonio que le haya conmovido

Me llamaron para bautizar una guagua que se había quemado la cara y el cuello. Los padres me llamaron porque pensaban que se iba a morir, porque el médico le había dado pocas esperanzas. Yo fui un viernes y le llevé la oración a San Expedito, le dije a los papás que la rezaran y el domingo en la tarde me llamaron y me dijeron que había pasado el doctor debido a la gravedad, porque quería operarla… en la tarde la cara de la niña estaba como si nada hubiese ocurrido. Todas las costras y la piel quemada se habían caído y había vuelto a tener la cara de antes. De casi morir quedó como antes. Esto yo lo vi, no me lo han contado. Ahora tiene 4 años y es una niña linda e inteligente. Fue una cosa extraordinaria.