Enero 2010 / NÚMERO 35

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Cardenal Carlos Oviedo Cavada

Paz en nuestros días, el lema Episcopal de Monseñor Oviedo que encarnó en su vida y que proyectó con mucha inteligencia y constancia en la historia de nuestro país, desde el año 1964 como Obispo auxiliar de Concepción y luego –entre los años 1974 y 1989 en el Arzobispado de Antofagasta, y muy especialmente en la década del 90, ya como Arzobispo de Santiago y luego como Cardenal (1994), apoyó con sabiduría pastoral e iluminación doctrinal la transición a la democracia y el reencuentro entre los chilenos que vivíamos muy divididos, “Mi propósito es trabajar por la reconciliación, (mensaje al anunciarse su nombramiento como Arzobispo de Santiago). Sus constantes llamados a respetar a los demás, especialmente a nuestros adversarios, y sus orientaciones pastorales, fueron permitiendo significativos cambios en los diversos actores de la sociedad chilena de la época, lo cual potenció un proceso social y político que fue un ejemplo para el Mundo. De ello da cuenta en su Carta Pastoral Los Católicos y la Política. En todas sus intervenciones, Monseñor Oviedo nunca renunciaba a impregnar con el Magisterio de la Iglesia todas las realidades temporales y reiteraba la búsqueda de signos visibles de unidad: “Por ello, quisiera alentar a todos los empresarios y trabajadores, y muy especialmente a los responsables de sus agrupaciones, a trabajar sin descanso este año por hacer de las empresas verdaderas comunidades de personas, solidarias con el destino de todos quienes colaboran en ella, y por transformar las discusiones entre dirigentes de empleadores y trabajadores en verdaderas instancias de colaboración fraterna que sean ejemplo para todo el país de lo que se puede lograr en un clima de paz y de concordia” (Carta Pastoral, La colaboración de Empresarios y Trabajadores: Una Urgencia de Nuestra Hora, 19/marzo/1996).

Ejerció con decisión su rol de Pastor, lo que se manifestaba en su permanente preocupación por el clero, religiosos(as) y laicos, no solamente expresada en las veinte Cartas Pastorales, además de homilías, y variados documentos, sino que también en sus visitas pastorales y visitas informales que acostumbraba realizar. En estas visitas, nos encontrábamos con don Carlos muy relajado y distendido que contrastaba con la primera imagen que uno se formada de él: un poco reservado y algo distante, quizás por cierta timidez. De esta cercanía fuimos testigos, en el Área Laicado en los llamados “Encuentros con el Pastor” donde pudimos experimentar su cercanía de Pastor, en un ambiente de cordialidad y confianza, hacía chistes de algunas situaciones y nos hablaba de sus preocupaciones: por “la carencia de autoridad paterna, y de sentido de la vida que percibía en la sociedad”, nos decía, “con nosotros o sin nosotros (la Iglesia) el futuro llegará igual pero sin nosotros nuestro país será mas subjetivo, menos equitativo, más relativista, menos solidario”…como dato anecdótico nos cuenta que un día lleva a un joven en el auto y le pregunta ¿y tú eres católico? el joven responde, no, yo no creo y ¿por qué? le pregunta don Carlos, el joven responde, porque mis papá decidieron que cuando grande yo iba a elegir la religión. Y don Carlos le dice ¿ellos te han dicho algo? No, responde el joven, nunca me han dicho nada,.. pero confórmese, pues me voy a juntar con unos amigos en la puerta de una Iglesia…(risas), le preocupaban estas situaciones. También hizo un especial acompañamiento a los Servidores Públicos, apostolado Ambiental del Área Laicado, los instaba a tener “un sano pluralismo político,…es legítimo y conveniente” y manifiesta su confianza en la vocación política en su Carta Pastoral “Los Católicos y la Política” “no dejen nunca de surgir vocaciones de servidores de la cosa pública”.

Durante su periodo de Arzobispo, insta a los laicos de movimientos a vitalizar su fe desde Jesucristo y los invita con entusiasmo a la mayor experiencia eclesial de participación laical, de la época, como fue el IX Sínodo de Santiago, para lo cual había “constituido una comisión ante-preparatoria, que debía ocuparse de hacer una concientización eclesial para preparar en un ambiente de comunión y participación la celebración del Sínodo”(domingo de pentecostés 1994). Nos decía, “sabemos como ley sociológica que el que no participa no toma conciencia”. “queremos tener laicos bien preparados, a granel que al final haya tantos, que le falten lugares donde evangelizar y no al revés”, “la urgencia que tenemos en la Iglesia es evangelizar”, …y desafiaba a todos a prepararnos al Jubileo del tercer milenio de Jesucristo, para poder construir “un proyecto cultural cristiano”, y “como hacer que el próximo siglo sea de verdad cristiano”…“los laicos tendrán que ser audaces y creativos para la evangelización del futuro”, y agregaba “seguramente van a tener que haber “torreros, o condominieros”…para evangelizar en esos lugares. Instaba a los laicos a conocer la sociedad en que vivimos, a formarse para responder a los múltiples desafíos que nos plantea. También se preocupó de conocer las nuevas tecnologías y vio la importancia de introducir a la Iglesia en la era de internet. Por su preocupación en este aspecto, en el año 1996 se construyó el portal Iglesia.cl, en preparación al Encuentro Continental de Jóvenes del año 1998, veía que la Iglesia tenía que llevar el Evangelio a los nuevos aerópagos modernos y especialmente llegar en el lenguaje de los jóvenes.

Sus palabras llenas de sabiduría, aún siguen vigentes así como la claridad de su mensaje, nos decía: “el tercer milenio viene envuelto en un gran cambio cultural y social y seguramente va a ir aumentando”…, y así sus preocupaciones -y ocupaciones- fueron entre otros los jóvenes, la familia, las mujeres, los adultos mayores, los pobres, los encarcelados, las personas que sufren, la educación, la colaboración entre empresarios y trabajadores, la familia y el trabajo, que aún existieran “dos terceras partes de la humanidad donde el Evangelio no ha llegado”,…entre otras. Su trabajo incansable con las personas que más sufren: visitas a centros penitenciarios, hospitales, hogares de niños y ancianos, etc…

Cardenal Carlos Oviedo Cavada, Pastor de la Paz y de la Unidad, promotor de la Fe y de la Vida, que hiciste del servicio una fecunda herramienta para llevar el Evangelio de Jesucristo hasta las personas más alejadas de la Fe y/o las más vulnerables y necesitadas de nuestro país, te ganaste el merecido reconocimiento de toda la sociedad chilena.

Gerardo Uarac Jure, Ingeniero Civil.
Marta Coronado Morales, Educadora de Párvulos