Diciembre 2009 / NÚMERO 34

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El fin de los tiempos, el encuentro con Dios

Entrevista al Padre Hugo Tagle, sacerdote de Schoenstatt, capellán y profesor de Teología de la Universidad Católica

¿Cómo será realmente el fin del mundo?

La Iglesia cree firmemente en la segunda venida del Señor, al final de los tiempos. El viene y culmina toda la historia de salvación, en un encuentro definitivo con el Señor.

Cómo va  a ser ese final no lo sabemos, es un misterio. Jesús mismo dice que nadie sabe ni el día ni la hora, sino sólo su Padre, que está en los cielos, pero va  a haber un término de este estado de cosas, un fin, una culminación  de este tiempo. No se trata de un fin abrupto, no es una amenaza, sino un tiempo gozoso con él,  que no tiene por qué quitarnos el sueño.

¿No será, entonces, una catástrofe?

No hay ningún  indicio de un final catastrófico y cósmico, pero en un momento lo que tuvo un inicio va a tener un término como configuración material. La mirada de la fe indica que no todo termina ahí, sino que es una culminación gozosa de un  estado de cosas, es la luz al final del túnel. Es una mutación hacia algo infinitamente mejor, porque Dios nos creó para el bien, no para la catástrofe. Lo cristiano es la mirada esperanzadora hacia el final, que no es una oscuridad, sino la luz. Vivimos de Adviento en Adviento, la Iglesia vive esperando la venida del Señor.

Lo seguro es que nadie sabe ni el día ni la hora, lo demás es elucubración, que la hemos vivido en cada cambio de milenio. Siempre ha habido miradas milenaristas, catastrofistas de la historia, pero aquí seguimos

¿Y cómo en la Biblia  se haba de catástrofes cósmicas y en la tierra?

La lectura muy literal de los textos bíblicos que  se refieren a este fin no es correcta, porque son imágenes que ocupan para referirse a ese término, en algunos casos muy propias de la época.

Lo importante en esto es el encuentro personal con Jesucristo. Dios nos quiere a todos con Él. El fin de este tiempo es el encuentro personal y de la humanidad en su conjunto con el Señor. La Iglesia es una Iglesia peregrina, que camina hacia ese encuentro con el Señor. Vivimos en una etapa de espera hasta esta segunda venida, que no sabemos cómo va a ser.

El fin que a cada uno tiene que preocupar es el fin de su propio tiempo, ese encuentro personal mío con el Señor.

La catástrofe que nos tiene que preocupar es la agresión a la naturaleza, al medio ambiente, la desertificación, la falta de agua, provocados por el hombre. Son signos apocalípticos en el sentido de peligrosos, que agreden a toda la humanidad. Son signos alarmantes de los cuales tenemos que hacernos cargo.