Diciembre 2009 / NÚMERO 34

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A rescatar la política

Entrevista Lorenzo Figueroa, director del área de Pastoral Social del Episcopado

¿Cuáles son los criterios que destacaría del documento de los Obispos en clave de discernimiento para votar?

Una decisión de esta naturaleza que significa ejercer un derecho y un deber ciudadano que va a definir la marcha que tome el país tiene que considerar ese conjunto de criterios que han señalado. Yo destacaría algunos desde mi inserción, que es la acción social.

Un primer criterio es mirar a la persona. Más allá de las ideologías y posturas políticas, un primer criterio siempre debe ser las características personales de los candidatos. En ese sentido valores como la honestidad, la transparencia, la historia de vida de los candidatos son un buen criterio. También su propia mirada de la persona y la sociedad. Finalmente las estructuras sociales, económicas y políticas las dirigen personas y ellas son las que ponen en juego en su toma de decisiones lo que las motiva.

En América Latina la democracia tiene todavía mucho que desarrollar. Son democracias formales, que funcionan bien institucionalmente, pero que tienen un gran déficit de protagonismo de la gente. Por ejemplo, el estudio Latinobarómetro de este año midió la participación política en 18 países y el nuestro está en último lugar del ranking. Nuestro país tiene participación en otros aspectos, como en adultos mayores, clubes deportivos, donde se participa como una manera de acompañar la vida, pero la participación para incidir en los destinos comunes es bajísima. También es conocido el dato de no inscripción en los registros electorales de los jóvenes. En el contexto de una democracia formal, pero poco significativa, hay que fijarse en qué ofrecen las candidaturas en este sentido. Cuánta participación, cuánto protagonismo real para la gente ofrecen en sus programas. La democracia es eso: el ejercicio de la ciudadanía por parte de los ciudadanos. Un criterio es cuánta democracia de ciudadanos ofrece en el programa.

Un tercer criterio presente en la reflexión de los Obispos y en la encíclica del Papa “Caritas in Veritate” tiene que ver con la concepción que tenemos de desarrollo. En el mundo y en Chile en las últimas décadas ha primado un estilo de desarrollo fuertemente concentrado e la ganancia, en la utilidad y en la dimensión económica con severas consecuencias en el plano ambiental, social, en la vida familiar. Frente a esto la propuesta, que es tradición  de la enseñanza social de la Iglesia y que Benedicto XVI ha renovado nuevamente, es que desde la Iglesia surge la propuesta de un desarrollo integral que no es sólo económico, es también cultural, ético, es también lo trascendente como plantean los pastores citando “Caritas in veritate”. Esa mirada del desarrollo integral que dice que no somos sólo consumidores, sino personas mucho más plenas debiera ser otro criterio importante.

En esa concepción de desarrollo integral también juega un rol importante la sustentabilidad, que lo que estamos construyendo no es sólo para nosotros, sino para las generaciones futuras. La sustentabilidad ambiental tiene que ver con cómo cuidamos el planeta que sabemos que está en crisis y cómo hacemos para que sea para el bien de todos y no sólo de algunos. Cómo hacemos sostenible la vida social y política también. Esa mirada al desarrollo integral de toda la persona y de todas las personas, incorporando la dimensión de equidad, es el otro criterio.

Por último agregaría el desafío más urgente que tenemos como sociedad: cómo crecer en fraternidad en un país que el 10% más rico obtiene sobre el 40% de los recursos, mientras el 10% más pobre apenas alcanza el 1%. Hay una desigualdad que han denunciado nuestros pastores que no es evangélica. Cómo las candidaturas abordan la construcción de una sociedad más fraterna, más igualitaria y equitativa en que no por nacer en una determinada comuna está determinada tu vida futura creo que sería el otro criterio: hacer de Chile una mesa para todos, una tierra de hermanos y hermanas. La dimensión fraternal del desarrollo.

¿Cuál es el llamado de la Iglesia a la participación política?

Nuestra fe nace de un encuentro personal con Jesucristo, pero se vincula con todas las dimensiones de la persona y, por supuesto, con la organización de la sociedad y eso es la política. Hay que recuperar la política en toda su dignidad, en todo su sentido al servicio del bien común. En ese sentido los católicos tenemos el derecho a ejercer la potestad de ciudadanos, pero también tenemos el deber de contribuir a la construcción de lo común, a una civilización más amorosa, con más respeto entre todos. Desde nuestra fe brota un llamado profundo y esencial a comprometernos con lo público. Allí también se juega nuestra fidelidad al Evangelio, nuestro seguimiento a Jesucristo.