Diciembre 2009 / NÚMERO 34

volver

Una mesa fraterna

Margarita María Errázuriz
Decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Andrés Bello

¿Qué criterios debe tener en cuenta un católico para entregar su voto?

Para mí, el título de la carta de los Obispos pone un marco muy concreto para definir el criterio a seguir. Los Obispos dicen: “Una mesa para todos”. Con ello hacen una metáfora muy expresiva: la mesa, añadiendo que todos deben sentarse en ella.

Me voy a referir primero a este último punto. Todos tienen que ser considerados. La palabra “todos” significa, en este caso, la necesidad de crear condiciones para que todos tengan acceso en igualdad de oportunidades a los beneficios del desarrollo. Se alcanza dicha igualdad cuando se tiene: derecho a una educación que permita acceder al mercado laboral en condiciones equitativas (oportunidades de educación universitaria y para ello, educación básica y media de calidad); derecho a la salud para poder desempeñarse en buenas condiciones en los roles que se asumen; y derecho a una vivienda adecuada. Todo ello, con un agregado. Hasta que los sectores más vulnerables se encuentren en condiciones de tener acceso a los beneficios en igualdad de oportunidades, requieren de protección social. La protección se debe otorgar desde el comienzo de la vida -parte con darle la oportunidad de vivir a aquel que puede venir- hasta la vejez, incluyendo todos los episodios que generan vulnerabilidad entre esos puntos de la vida.

En cuanto a la mesa, en alguna medida la metáfora me recuerda a la Ultima Cena y las comidas en familia. Recrea un clima: fraternidad, unión, afecto, y su significado: el darse a los demás, el ser uno con todos. Vale decir, al hacer uso de esta imagen, los Obispos nos proponen ir más allá de políticas concretas de satisfacción de necesidades y de equidad en las oportunidades. Están destacando a mi entender dos puntos. En primer lugar proyectan el sistema familia a la sociedad; proponen la familia humana y para alcanzarla quieren fortalecer la unidad familiar sanguínea; preservar un modelo que fortalece la sociedad. En segundo lugar, plantean la importancia de prestar atención a la necesidad de un clima social que supere el individualismo y que sea bienvenida la igual participación.

Es difícil que un programa presidencial tenga suficientes especificaciones como para que sepamos si cumple con todas estos requisitos. Por ello, entiendo que los Obispos nos piden ir más allá de los programas presidenciales. Nos piden evaluar la preocupación por la persona de quiénes los liderarán. Pensando en ello, a mi juicio, los criterios centrales que deben orientarnos son: igualdad de oportunidades, protección social y valoración del carácter humano. Cabe destacar que los obispos hacen una síntesis -a la que dan prioridad- entre igualdad de oportunidades y protección social, al defender el derecho a la vida del que puede venir.